Tenemos miel de oso. Y no sólo eso. Tenemos unas malditas ganas de vivir, de sonreír y de tomar un vaso de vino con un amigo. Vivimos para la risa de nuestras mujeres. Y por su felicidad. Tenemos abejas, zánganos y reinas. Dependiendo del momento. Tenemos barbas largas y palabras raras. Nuestro coto de caza es la Lessinia, donde compartimos espacio con el lobo. También avanzamos lentamente por el monte Baldo, intentando evitar al oso que dio nombre al negocio apícola pero que también se comió siete colmenas. Hemos jugado al rugby, poniendo la cara donde la gente tendría miedo de poner los pies, y estamos acostumbrados a embarrarnos. Luego sólo hace falta una ducha y una lata de cerveza para beber con esa cara de tonto que sólo pueden entender los que han vivido el scrum. Nosotros somos así, fáciles. No contamos historias porque estamos acostumbrados a vivirlas. Y tampoco escribimos cuentos de hadas, porque tendrás que vivirlos si conoces nuestra miel. Dentro del cual está toda nuestra voluntad de vivir. Cuídalo.